noviembre 14, 2015
La única forma de que permaneciera estático, casi inmóvil, fue la amenaza de la campaña perfecta. En la definición del tercer set, el resultado estaba tan apretado, que la algarabía se apropió de las gradas, mientras en el campo bolivarenses y antioqueñas jugaban como debían la final del voleibol femenino.
Era el punto del título para las primeras, que ya se habían impuesto en las dos mangas iniciales y no habían cedido ninguna hasta el momento. El de la supervivencia para las otras. Y Andrés Mesa como testigo en la zona técnica, donde vive con tanto entusiasmo los partidos, que parecía otro en esa definición.
“Había mucho estrés, ese último set estuvo muy parejo, nosotros competimos varios errores, ellas reaccionaron bastante bien, pero las ganas de terminarlo nos conducían a eso, aunque finalmente logramos lo que tanto trabajamos, algo que teníamos guardado entre pecho y espalda”, reconoció el técnico vencedor, que tras el 29-27 estalló en júbilo y fue de nuevo el tributo a la espontaneidad.
Saltó como en cada punto. Gritó al igual que lo hiciera en cada bloqueo. Gesticuló tal cual lo con una clavada impecable. “Siempre dirijo y trabajo así. Los que me conocen saben que en los entrenamientos me monto en una mesa tres horas y a este ritmo. Yo también me tengo que entrenar y los hijos son como los papás, entonces si quiero un equipo fuerte mentalmente, yo debo serlo. Esto no tiene límite”.
Así se los recalcó a sus dirigidas desde que aceptó la propuesta de
Bolívar. “Las cogí hace cuatro años y nos propusimos ganar esta medalla de oro en los Juegos. En los pasados, tuvimos que conformarnos con la medalla al perder la final 3-1 con
Valle. Tres años después, somos campeones. El equipo ha variado un poco, pero ahí va el proceso, con estas niñas, entre los 18 y 21 años, que van bastante bien”, afirma Mesa.
Sobre las claves de la consagración, el entrenador la atribuye al “orden en lo metodológico. Es un equipo muy organizado para jugar, tiene claras sus fortalezas y debilidades, lo cual hace que potencialice más lo bueno”. También resalta “en lo humano su capacidad de trabajo. Entrena siete horas al día, de 8-12 en la mañana y de 5 a 9 en la noche. Ellas comparten su estudio, su novio y su familia con el deporte”.
Ya en lo técnico, “es el que mejor sirve, más que un buen ataque y la lo bien que se desempeñe en defensa o bloqueo, saca bien y sacará mejor porque estamos trabajando mucho en el servicio”. “En lo físico-atlético también marca diferencia porque las jugadoras son musculositas y esta es la primera meta en este proceso de alto rendimiento”.
¿Qué viene ahora? Mesa ni duda en responder: “Nosotros trabajamos para
Bolívar ganador, pero la consigna personal son lo Olímpicos. Si el que las dirige en la selección las lleva a Rio, yo quedo feliz. Mi aporte es este, tener jugadoras de esta talla, nivel, jerarquía y con semejante valor personal”.
Ya con la medalla dorada en su pecho dejó que el apasionamiento de apoderara de sus dirigidas. El, con la tranquilidad como acompañante, se alegró del deber cumplido y felicitó a las subcampeonas, a las que conoce tanto o más. “Soy antioqueño, toda la vida”, dice orgulloso. “Hace un año me devolví a Cartagena y creo que fue la decisión acertada”, agrega.
Vencer a su departamento en la disputa del oro no le generó nada. La palabra revancha no está en su léxico. En cambio una por la que se levanta a diario a trabajar con la intensidad de un amateur es la de país. “Queremos mejor voleibol del país porque si lo elevas, Colombia crece en todo. Así debe ser”. Palabra de campeón.
Prensa Coldeportes - Acord
