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Las hermanitas Pérez hacen el show de la raqueta

noviembre 14, 2015
No cantan, bailan poco por su entrega absoluta a la raqueta, pero atraen miradas en el Club Campestre de Ibagué. María Paulina y Paula Andrea Pérez son hermanas mellizas. Practican el tenis y representan al Atlántico en los Juegos Nacionales. Llaman la atención por su belleza, pero sobre todo, por la forma en que sienten y viven el deporte.

Son dos gotas de agua como dirían las abuelas. Es común confundirlas y aunque una tiene su cabello más rubio y la otra hace poco cambió el color rojizo, lo que las distingue en realidad es su personalidad marcada, que a su vez las lleva a ser distintas en la cancha.  

“Tengo un muy buen saque y un buen revés. Ella tiene una cabeza fuerte, es más positiva y por eso cuando está bajo presión es cuando mejor juega, mientras en mi caso me estreso. Por eso cuando jugamos dobles nos complementamos bastante bien”, reconoce Paula Andrea.
Lo que sí saca de casillas a María Paulina y por momentos del juego, es ver distraída a su hermana en la grada mientras ella compite. “Es súper importante su voz de aliento y cada vez que la noto ida me pongo brava en la cancha. La regaño y le digo: ‘mana’, si vas a estar acá es para que veas el partido, si no te vas”, confiesa.

“Me encanta que me vea jugar”, agrega. Y de paso lo justifica: “Nos emocionamos las dos y por eso el puñito cerrado cuando gano cada punto siempre se lo hago a ella. Siento que estamos las dos jugando”.

Eso sí, cuando los roles se invierten y María Paulina pasa a la tribuna, las sensaciones también se modifican. “Prefiero jugar que verla. Es muy estresante esa situación. Uno quiere entrar a hacer lo que ella no puede hacer en ese momento”, dice.

“El polo a tierra es mi hermana, siempre.  Si ella está prendida, yo me prendo, pero si se distrae,  me apago, así que estamos compenetradas”, asegura Paula, que de paso confiesa ser “un poquito más insegura que ella”, por lo que considera “mucho más necesario su apoyo para rendir mejor”.

En sus segundos Juegos Nacionales no hacen pareja, pero al integrar el equipo femenino, quieren repetir consagración. “Hace tres años ganamos la medalla de oro por equipos y en sencillos en femenino, ahora llevamos plata en dobles, bronce en mixto y queremos repetir el primer lugar”, afirma María Paulina.

Se llaman ‘mana’ entre sí, aunque Paula, que se define como un “poco más tiernita’, también le dice ‘Pepe’. ¿La razón? “Por Pepe grillo, el personaje de Pinocho que es la conciencia del muñeco, ya que ella es la mía”. También sabe que cuando la llama por sus dos nombres, es para llamarle la atención.

A sus 19 años son inseparables y el tenis terminó uniéndolas más, cuando apenas tenían seis. “Un amigo de mi papá llegó al trabajo y le preguntó: ¿que están haciendo las niñas?, nada, le respondió, entonces dijo el señor: yo les regalo las raquetas  y las entreno”, recuerda María Paulina.

“Empezamos en el parque, al que íbamos porque nos gustaban los columpios, no el tenis. Al principio era sólo los domingos y luego dos o tres veces a la semana, hasta que el deporte nos atrapó por completo y es nuestra razón de ser, al punto que después de graduarnos del Anglo Colombiano de Barranquilla no hemos empezado aún la universidad porque queremos darle mucho más al tenis”, reconoce Paula.

Quieren llevarse más aplausos, esta vez como bicampeonas de los Juegos. Bogotá es el último escollo a superar. Pase lo que pase este domingo, Igual la experiencia vale mucho para las dos que prometen llegar mejor y más unidas que nunca a la cita de 2019.


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