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Tore no pudo quedar en mejores manos

noviembre 14, 2015
En medio del júbilo por la medalla de oro, soltó la pregunta a varios de sus compañeros: ¿sabés qué es esta mascota? Se refería a Tore, uno de los símbolos de los XX Juegos Nacionales que cada uno del equipo de antioqueño de polo acuático recibió como recuerdo. Prueba también de la gesta lograda en las piscinas de la 42 de Ibagué este sábado en la noche.

Todos respondían lo mismo: “Pues un pájaro”. Pero pocos como Jorge Andrés Montoya, el experimentado capitán del campeón, tenían la respuesta precisa. Él, como zootecnista, antes de aterrizar en la capital tolimense, sabía que el ave multicolor y con uniforme vinotinto representaba al loro orejiamarillo, especie en vía de extinción debido a la destrucción de su hábitat, la palma de cera.

Por eso al tener el peluche de la mascota, le dio tanto valor como a la medalla dorada. Ambos ya tienen destinatario: Jerónimo Montoya, su hijo de cuatro años, que siempre lo espera después de cada competencia para que le cuelgue la distinción y le ponga el gorro que usó en la consagración.

La de este sábado le resulta bastante especial. Por varias razones, superar al anfitrión y gritar campeón después de un buen tiempo de no hacerlo. “Este oro representa mucho, hacía 15 años no lo lográbamos en los Juegos y ganarlo de esta forma y superando a un gran equipo es muy importante para todos”, afirma el deportista de 1.86 de estatura y 94 kilogramos de peso.

Es referente no sólo por la experiencia, también por su don de líder. De sus 39 años, más de la mitad se los ha dedicado al polo y hoy nada le hace más feliz que ver un equipo renovado. “Esa es la idea del proceso, llevar a todos estos jóvenes de la mano y uno que lo está terminando, aportar lo que más pueda para que ellos aprendan y lograr así más frutos a mediano y largo plazo”, advierte Montoya.

Pero este presente ganador de Antioquia se debe en parte, según el polista, a la conducción técnica de Joan Jané Gerard, el español que los dirige desde hace tres años. “Cambió mucho, la disciplina, la forma de entrenamientos, también la manera de ver el polo, que dejó de ser apreciado como recreativo para asumirlo profesionalmente.  Eso nos llevó al triunfo”, asegura.

De ahí que una vez se consumara el 9-7 en la final, juntos celebraran como amateurs en plena piscina. Fue un baño refrescante. Que quitó un poco la presión, también renovó el esfuerzo acumulado de mucho tiempo y especialmente les permitió confirmar que más allá de indicaciones dentro y fuera del agua, todo termina siendo un juego.


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