noviembre 21, 2015
Atrapó el diminuto tejo en su mano derecha, cerró el puño, hizo un gesto serio, muy serio y lanzó… ¡embocinada! Aplauso general. Entonces su mamá Ana Cristina se dispuso a retirarlo de la cancha para cederla a la siguiente ronda de los participantes en el tejo de los Juegos Nacionales.
Ahí empezó el ‘problema’, porque Mathías no quería abandonar la cancha del tejódromo en el
Parque Deportivo, de Ibagué. Sus sollozos conmovieron al público y a varios participantes.
Mathías Bonilla Garzón apenas llega a los tres años de edad y su escasez de palabras contrasta con la abundancia de pasión por el tejo. Tiene uno pequeñito que le mandó fabricar su papá, hace algo más de un año, momento en el que empezó a jugar.
“Lo lleva en el alma y es su pasión, es producto de la herencia familiar de nosotros los papás, de los abuelos, de los tíos, de los amigos. Es la sensación en cuanta cancha y torneo estamos y causa admiración entre grandes y chicos, es la estrella” comenta su mamá.
A Mathías le construyeron una cancha diminuta en su casa y cuando asisten a campeonatos, le acondicionan un espacio para que él se divierta mientras sus padres compiten.
“Mi papá Luis Garzón es el capitán de Córdoba y fue presidente de la Liga en ese departamento y el abuelo de Mathías por parte del padre tiene su propio club de Tejo”, indica su progenitora.
Este pequeño jugador es el ejemplo del traslado generacional que en este deporte ya asegura el campeón del futuro.
Prensa Coldeportes - Acord
